martes, 27 de septiembre de 2011

Nuevos escritores.

             Nos emocionamos mucho con la historia de Vladimir, el abandono de su pueblo natal, la llegada a América, su vida en Entre Ríos... Y quisimos, al igual que Perla Suez, su autora, escribir recuperando la riqueza de nuestra historia familiar, recreándola en bellísimas narraciones que compartimos y disfrutamos mucho en el aula.
Para que los lectores de este blog, también, puedan vibrar con nuestros relatos, van dos cuentos de regalo.


Nos habíamos amado tanto…

Ésta es la historia que vivió una niña llamada Fortuna que vivía en El Cairo, Egipto; tenía 12 años, vivía con sus padres y sus dos hermanas.
Una vez, saliendo de la escuela, se encontró con un señor muy alto y muy elegantemente vestido. Fortuna se quedó maravillada al verlo. Esa noche no pudo pegar un ojo pensando en quién era ese hombre, de dónde había salido y cómo podría hacer para volver a verlo.
A la mañana siguiente su madre la despertó para ir a la escuela, Fortuna saltó de alegría y se puso el mejor vestido con el deseo de encontrarlo.
Mientras caminaba, la niña miraba para todos lados. En un momento su hermana Victoria le preguntó:
-¿Qué te pasa? Te noto diferente.
- No, no es nada- Respondió Fortuna.
Esa tarde volviendo del colegio y pensando que no lo iba volver a ver más, de repente, levantó su cabeza y él estaba ahí. Ella se acercó y él la saludó con un movimiento de cabeza. Ella se inclinó y  devolvió el saludo. Se miraron y comenzaron a  reírse. Él se presentó y le dijo en un perfecto francés que su nombre era Iaakob y ella le contestó que el suyo era Fortuna.
Pasaron varios días en los que él la acompañaba hasta la casa. Ella estaba muy enamorada.
Él le propuso matrimonio y ella y sus padres estallaron de felicidad. Pero al día siguiente, él  le dijo que se iría con su familia a la Argentina y querían que ella fuera con ellos. Pero era imposible, sus padres nos se lo iban a permitir si no se casabann y ya no había tiempo para eso. Él le prometió que la mandaría a buscar.
Pasaron varios meses y ella no sabía nada de él,  estaba muy triste hasta que un día  recibe su primera carta que él le envía desde la Argentina, diciéndole que prepare  sus cosas y se vaya con su familia para allá. Sus padres decidieron que primero viajaran: Fortuna, Victoria y Salomón, y por último, ellos.
El viaje fue muy largo, conocieron gente de muchos lugares y todos estaban muy ansiosos por llegar a  la Argentina. En el barco se hicieron nuevos amigos, entre ellos había un matrimonio de viejitos que los cuidaban como si fueran sus propios hijos.
Se vivían alegrías y tristeza, se compartían comidas, bailes y juegos.
Un día Fortuna conoció a una familia muy buena que tenía un hijo llamado Isaac. Él era muy simpático y le gustaba contar historias fantásticas y hacer muchas bromas, Fortuna y sus hermanas podían pasar horas escuchándolo.
Rebecca, la mamá de Isaac, era la mejor cocinera del barco y siempre  los invitaban a comer.
Fortuna y Victoria eran grandes costureras y se encargaban de los arreglos para que todos lucieran bien.
Salomón e Isaac se hicieron muy buenos amigos e Isaac le confió su amor hacia Fortuna..
Ya estaban llegando a la Argentina y el sueño se hacía realidad. Ella sentía una gran alegría por volver a encontrarse con Iaakob, pero a  la vez sentía una gran tristeza por dejar a Isaac y su familia que sentía como propia.
Isaac le propone que vivieran todos juntos en la Argentina, entonces, Fortuna decide contarle la verdad : ella estaba en la Argentina para casarse con otro hombre.
Él se puso triste y le dijo que él también la amaba y quería casarse con ella.
Cuando se bajaron del barco, ella se encontró con los padres de Iaakob y ellos le cuentan la mala noticia que él se había ido a  trabajar  a Estados Unidos, ya que era una gran oportunidad para él. A ella se le cayeron algunas lágrimas, pero al verlo a Isaac a su lado, sintió que el era el hombre con el cual quería formar una familia.
Se casaron, vivieron felices y tuvieron  once hijos, entre ellos, Rosa, mi abuela.


EDEN  DAYAN


                Aquellos tiempos ...


Mi bisabuelo venía de la guerra, se había escapado pero también había luchado. Cuando venía en el barco conoció a mi bisabuela que también se escapaba  de la guerra. Ella estaba con sus hermanas y él con su hermano. En el barco se habían hecho de  muchos amigos. Al llegar a Buenos Aires ellos también se habían hecho amigos entre sí y, de tanto verse, se pusieron de novios.
Cuando llegaron no tenían dinero, entonces, a mi bisabuelo se le ocurrió empezar a  manejar un camión, poco tiempo después encontró otro  trabajo que era manejar colectivos, y como era muy ahorrativo, a los cuatro años de haber llegado, se compró un colectivo y, al poco tiempo de tenerlo, lo vendió y se compró su primer taxi. Finalmente, compró una flota de taxis. Mientras tanto, mi bisabuela trabajaba en una fábrica de manteles como empleada y después fue jefa.
Les costó mucho adaptarse porque todo era nuevo, es decir, las costumbres, las comidas, la gente y el barrio.
Luego de un tiempo, mi bisabuelo quiso vender sus taxis y quien se los iba a comprar era un señor que había luchado contra él en la guerra. Cuando se reunieron para conocerse, ambos se dieron cuenta que se conocían, sin embargo, ninguno dijo nada.
Mi bisabuelo le vendió la flota de taxis, pero éste nunca le pagó. Entonces,  él lo fue a buscar  a la casa y este señor le decía que a él nunca le había vendido nada, pero mi bisabuelo estaba seguro de que se los había vendido a él.Buscó pruebas para demostrar que tenía razón, hasta que encontró un papel firmado por él y éste le tuvo que pagar.
Mucho tiempo después mis bisabuelos se casaron y tuvieron a  mi abuela y a su hermana.

ANABELLA HILALE